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martes, septiembre 23, 2008

¡Ahí viene la diligencia!

Me imagino que así han de haber gritado los pueblerinos del viejo oeste americano de los años 40, cuando la fiebre del oro. Mmmhhh. Por cuestiones de salud (no de salubridad), hoy no podemos disfrutar del café cargado, así que nos conformamos con una deliciosa –si, como no- taza de té verde, que según esto es bueno para la salud, vaya usted a saber. En fín, vamos haciendo la prueba y con un poco de suerte quizá ese líquido de olor a pastura sirva para nuestros propósitos de elevar un poco la cota de nuestros pensamientos y volar en el mágico espacio de las palabras. ¡Salud!

Siempre he estado en contra de quienes se refieren al automóvil como “el coche”, aparte de que el termino no es muy usado por estas latitudes, como que me recuerda más a las diligencias o a las carretas de las épocas previas al automotor, que eran tiradas por bestias.

Pues ahora me ha ocurrido alrevés, he escuchado la palabra diligente, y me he quedado “de a seis”. Si alguien me hubiera preguntado en ese instante -¿qué es eso?, no hubiera sabido. Si mucho hubiera alcanzado a vislumbrar que diligente se relaciona con hacer una diligencia, pero ¿y qué es una diligencia?. Obviamente, no es un coche de tiro, si no, el chofer del carruaje sería el único que pudiera ser considerado como “el diligente.”

En el Libro de Proverbios, que es donde he escuchado tan hermosa palabra, dice:

"Los proyectos del diligente conducen a la abundancia, en cambio el perezoso no sale de la pobreza." [Pr 21, 5]

¿Qué hace entonces una persona diligente? ¿Cómo se identifica? Es conveniente partir del hecho que una diligencia, aparte de ser un vehículo de carga tirado por animales que normalmente transportaba viajeros, es también en su sentido coloquial un negocio, una solicitud… quizá algo que tenga que ver con trámites y constancias. Pero, diligencia también es el cuidado y la actividad misma al ejecutar algo; es prontitud, agilidad y prisa. Creo que este último es el concepto que nos ocupa hoy para definir al diligente.

El diligente es aquél quien es cuidadoso, exacto y activo. Alguien que también puede ser pronto, presto, y que es ligero en el quehacer.

Muchas veces, si no es que la mayoría, al hombre moderno se le demanda precisamente eso: ser diligente en el proceder. ¿Porqué? Por la actividad misma, con agendas cada vez mas complejas, con tareas cada vez mas demandantes, con un mundo mas tecnificado, se nos va cerrando la posibilidad a cualquier dejo de pereza: siempre tenemos que estar haciendo algo.

Es bueno saber que existen palabras tan ricas en significado. ¿No creen?. Por lo pronto, ya nos queda claro que debemos ser diligentes en nuestro quehacer cotidiano. Hay suficiente motivación por el simple antagonismo tan obvio: realmente no creo que alguien quisiera verse jamás en el otro lado, ese lado oscuro: ser negligentes, perezosos, descuidados, desinteresados o en el mejor de los casos, lentos para actuar.

Ya tenemos que irnos pues en lo que hemos estado aquí platicando, ¡ya llegó la diligencia!
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